Incendios en España 2025: Un Verano de Llamas, Debate y Tragedia 🔥

El verano de 2025 será recordado como el más devastador del siglo XXI en España en términos de incendios forestales. La temporada estival se ha caracterizado por olas de calor extremas, sequía persistente y una alta concentración de incendios de gran magnitud, lo que ha puesto al límite la capacidad operativa del Estado y ha exacerbado el debate político sobre la responsabilidad y la prevención entre el Gobierno central y las Comunidades Autónomas (CCAA).


I. La Batalla de la Competencia: Gobierno Central vs. CCAA – La Polémica Central de 2025

La devastación de 2025 no solo quemó hectáreas, sino que reavivó la ancestral disputa sobre quién es el principal responsable de la tragedia. Aunque la distribución de competencias está clara en la ley, la realidad climática ha forzado un examen de conciencia sobre su aplicación práctica.

A. El Reproche del Gobierno Central: La Mala Gestión Forestal Autonómica

El Gobierno central, a través de sus Ministerios (MITECO, Interior), ha centrado su crítica en la prevención activa, una competencia exclusiva de las CCAA. La tesis central es que:

  1. Abandono del Mosaico Rural: El éxodo rural ha provocado el abandono de cultivos y la ganadería extensiva (el “pastoreo preventivo”). Las CCAA han sido incapaces de sustituir esta prevención natural mediante una gestión forestal activa y financiada.
  2. Acumulación de Combustible: Décadas de abandono han transformado grandes extensiones de monte en un continuo de biomasa (monte denso, matorral espeso) listo para arder. El Ejecutivo central critica la lentitud en la redacción y ejecución de los Planes de Gestión Forestal y en las tareas de desbroce y apertura de cortafuegos estratégicos.
  3. Los Incendios de Sexta Generación: Se argumenta que, ante los “megaincendios” impulsados por el cambio climático (que superan la capacidad de extinción convencional), la única defensa es la preparación del paisaje. Si el paisaje forestal no se gestiona para ser ignífugo, ninguna cantidad de medios aéreos o UME será suficiente. La responsabilidad de esta gestión recae directamente en las CCAA.

B. La Defensa de las CCAA: Insuficiencia y Burocracia Estatal

Desde las administraciones autonómicas, el foco se pone en la extinción y la financiación por parte del Estado:

  1. Falta de Financiación Estatal: Las CCAA reclaman la creación de un Fondo de Prevención Estatal permanente y finalista, argumentando que las competencias de extinción y prevención, cada vez más caras, no van acompañadas de una financiación suficiente que permita contratar personal fijo todo el año y realizar las costosas tareas de gestión.
  2. Retraso y Escasez de Medios Aéreos: En la fase crítica de agosto de 2025, con múltiples GIF simultáneos en el Noroeste y Extremadura, las CCAA criticaron la tardanza en la activación de la UME o la insuficiencia de la flota de hidroaviones (Canadair), que son propiedad del Estado. Señalaron que la burocracia para la transferencia de la dirección del operativo al Estado (lo que ocurre con la activación de la UME o el nivel 2 de emergencia) ralentiza la respuesta en las primeras horas cruciales.
  3. Un Problema de Estado, No Autonómico: Las regiones insisten en que el cambio climático y la despoblación son problemas de Estado. La solución pasa por un Pacto de Estado que coordine, financie y exija una gestión forestal uniforme, evitando la dispersión de criterios y recursos entre las 17 administraciones.

📝 En síntesis: El debate de 2025 se resume en que el Gobierno acusa a las CCAA de no prevenir (su competencia) y las CCAA acusan al Gobierno de no ayudar lo suficiente a extinguir y financiar (su función de apoyo).


II. Los Incendios más Importantes del Verano 2025: La Catástrofe

Este año ha estado marcado por la aparición de numerosos Grandes Incendios Forestales (GIF) —aquellos que superan las 500 hectáreas—, cuya virulencia, impulsada por las condiciones meteorológicas, hizo que muchos se volvieran incontrolables, calcinando superficies equivalentes a islas enteras.

Según los informes y las actualizaciones del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) y los datos autonómicos, estos fueron los focos más críticos:

1. El Desastre del Noroeste: Galicia y Castilla y León

La zona del Noroeste (Galicia y las provincias de León y Zamora en Castilla y León) fue el epicentro de la devastación, con una simultaneidad de incendios de sexta generación que superaron los 10.000 y hasta los 30.000 hectáreas por foco.

  • Incendio de A Rúa – Larouco (Ourense): Considerado uno de los peores en la historia de Galicia, con una superficie calcinada que superó las 44.800 hectáreas hasta mediados de agosto. Causó una gran alarma social y obligó a múltiples desalojos.
  • Incendio de Molezuelas de la Carballeda (Zamora): Este GIF se convirtió en un símbolo de la devastación en Castilla y León, afectando una superficie total cercana a las 38.200 hectáreas, gran parte de ellas forestales.
  • Incendio de Llamas de Cabrera (León): Otro gran foco en Castilla y León, que arrasó unas 26.200 hectáreas, con gran impacto en superficie arbolada.
  • Incendio de Chandrexa de Queixa (Ourense): Con más de 30.900 hectáreas afectadas, se sumó a la cadena de desastres en Galicia.

2. Focos Devastadores en Extremadura y Centro

  • Incendio de Jarilla (Cáceres, Extremadura): Un foco de gran virulencia que calcinó aproximadamente 16.800 hectáreas, afectando a una zona de alto valor natural y movilizando un amplio despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME).
  • Incendios de Méntrida (Toledo) y Navalmoralejo (Toledo-Cáceres): Estos incendios en la zona centro mostraron la vulnerabilidad de las CCAA interiores ante la llegada de olas de calor intensas, con focos que superaron las 3.200 hectáreas en el caso de Méntrida.

III. La Cifra de la Desolación: Superficie Quemada en 2025 📉

La magnitud de la tragedia se refleja en las cifras: 2025 supera ampliamente los registros de 2022 (306.555 ha) y se consolida como el peor año de la serie histórica del siglo XXI en España.

A. Datos Nacionales (Cifras Provisionales a Mediados de Octubre de 2025)

Las cifras provisionales, principalmente basadas en la detección satelital del EFFIS (que contabiliza incendios mayores de 30 ha) y los avances del MITECO, son alarmantes:

MétricaCifra (Hectáreas)Comparativa vs. Año anterior (2024)
Superficie Forestal Total Quemada> 354.000 haMultiplica por más de 8 la cifra de 2024
Superficie Arbolada y Matorral QuemadaAprox. 321.985 ha (Forestal)Récord histórico
Grandes Incendios Forestales (GIF > 500 ha)Más de 60 GIFMás del triple de la media del decenio (aprox. 20)
  • Récord Histórico: La cifra de más de 354.000 hectáreas (algunas fuentes como Copernicus la elevan incluso a más de 400.000 ha en el pico de agosto) sitúa a 2025 como el año con más superficie quemada en España desde las grandes catástrofes de los años 80 y 90.
  • Concentración del Daño: Los más de 60 GIF registrados concentraron un porcentaje excepcionalmente alto del daño total, demostrando que los incendios son menos numerosos que en otros años, pero muchísimo más destructivos.

IV. La Reflexión Ineludible: Prevención y Futuro del Monte Español 🌱

La catástrofe de 2025 ha dejado claro que el modelo actual de gestión de incendios, centrado en una costosa extinción, ha fracasado. El futuro de los bosques españoles exige un cambio de paradigma urgente, que priorice la resiliencia del paisaje.

A. Pilares de la Nueva Gestión Forestal: El Mosaico

El consenso técnico apunta a que la única forma de combatir los incendios de sexta generación es “deshomogeneizar” el paisaje. Esto se traduce en:

  1. Recuperación del Mosaico Agropecuario: Fomentar activamente el pastoreo y la agricultura en zonas estratégicas. Los campos de cultivo, viñedos o pastos bien mantenidos actúan como cortafuegos naturales y rompen la continuidad del combustible. Esto exige subvenciones y facilidades para la actividad rural.
  2. Silvicultura Preventiva (El Bosque Activo): Los bosques deben dejar de ser vistos solo como reservas ecológicas y pasar a ser gestionados. Esto implica:
    • Talas selectivas y clareos: Reducir la densidad arbórea para que las copas no se toquen y el fuego no se propague a gran velocidad.
    • Gestión de la Biomasa: Crear mercados y cadenas de valor para la biomasa extraída (para energía o calefacción) que hagan económicamente viable la limpieza del monte.

B. La Adaptación al Cambio Climático y la Despoblación

Dos factores estructurales deben abordarse de manera transversal:

  • Adaptación de Especies: Las políticas de reforestación deben priorizar especies autóctonas más resistentes al fuego y la sequía, como el alcornoque o encina, frente a especies pirófilas de crecimiento rápido como el pino o el eucalipto en zonas de riesgo extremo.
  • Lucha contra la Despoblación: La mejor herramienta de prevención contra el fuego es el ser humano viviendo y trabajando en el campo. Los programas de desarrollo rural no pueden ser solo asistenciales, sino generadores de actividad económica real y sostenible que mantenga el territorio “limpio” de combustible.

C. La Reforma de la Respuesta Operativa

Además de la prevención, la extinción también necesita una actualización:

  • Estatuto del Bombero Forestal: Dotar de estabilidad laboral, profesionalización y recursos a las brigadas terrestres (muchas de ellas temporales), que son esenciales en las primeras horas del fuego y en las tareas de remate.
  • Activación Inmediata de Medios Estatales: Revisar los protocolos de coordinación entre el MITECO, Interior y las CCAA para que los medios aéreos y la UME puedan activarse de forma casi automática cuando un incendio alcance ciertas dimensiones y condiciones meteorológicas adversas, sin que la burocracia frene una respuesta urgente.
  • Inversión en Tecnología: Uso de drones, satélites y modelos predictivos avanzados de propagación para anticiparse a la virulencia del fuego y gestionar el despliegue de recursos con mayor eficiencia.

El año 2025 no puede ser solo un año de luto ecológico; debe ser el punto de partida para un acuerdo nacional que priorice la inversión inteligente en la prevención, utilizando el monte y sus habitantes como la primera y más efectiva barrera contra las llamas.